Noticias 2015

null En memoria de un desconocido

Los pobladores de la vereda Luis Cano, de El Bagre, tienen puestas sus esperanzas en el proceso de restitución de tierras. Allí, en medio de un territorio que hasta hace poco hacía parte de la Reserva Forestal del Río de la Magdalena, viven campesinos que quieren dejar en el cajón del olvido los recuerdos del conflicto armado en el que guerrilla, paramilitares y bandas criminales impusieron su ley.

 

Medellín, 9 de diciembre de 2014 (@URestitucion). La vereda Luis Cano, de El Bagre, en el Bajo Cauca antioqueño, tiene el nombre cambiado. Es algo similar a lo que le pasó a un jugador de Nacional al que un notario creativo lo registró Marlos en lugar de Marlon o al del tío de una amiga al que registraron Delgar, cuando los padres querían llamarlo Édgar.

El señor Lizcano era un colono de hacha y machete, como muchos de los que llegaron del sur de Bolívar y Córdoba a buscar un pedazo de tierra por los lados de El Bagre, por allá en la década del 60. Allí se asentaron, dividieron la tierra y la llamaron Lizcano como un homenaje a uno de sus fundadores. Pero en esas curvas de la historia, el nombre inicial derivó en Luis Cano, como el Marlon en Marlos o el Édgar en Delgar. Sin embargo, el gentilicio de los moradores tiene algo del nombre inicial: lizcanero.

Todos los actores en Luis Cano

La vereda Luis Cano es de suma importancia para los grupos armados por ser un corredor que comunica los corregimientos Puerto Claver y Puerto López, de El Bagre, con la costa norte colombiana. Este corredor ha servido históricamente para el transporte de víveres, armas y, por supuesto, droga.

Los primeros en llegar fueron los frentes José Antonio Galán, Guerra Noroccidental y Héroes y Mártires de Anorí (ELN); y los frentes 5, 18, 36 y 58 del Bloque Noroccidental y el Bloque Magdalena Medio de las Farc-EP. En ese entonces buscaron la colaboración de la comunidad, sobre todo en el transporte de menaje y posteriormente llegaron las intimidaciones y con ellas los primeros abandonos por temor al reclutamiento forzado de menores de edad.

A mediados de los años 90, se da la incursión paramilitar en la zona con el Bloque Central Bolívar, al mando de Carlos Mario Jiménez, alias ‘Macaco’ y el Bloque Mineros, liderado por Ramiro Vanoy, alias ‘Cuco Vanoy’. El objetivo de estas estructuras, además de disputarle el territorio a la guerrilla, era hacerse a una porción de la economía de la zona representada por oro, ganadería, madera y producción de coca.

Más intimidación para la población civil, más miedo, más restricciones de movilidad y el martirio de tener que compartir lo que tenían con los actores armados.

Para 2006, y tras la desmovilización de los paramilitares, comienzan a hacer presencia en la zona de Luis Cano bandas criminales que adoptan diversos nombres: Águilas Negras, Los Paisas y Los Urabeños, que buscan quedarse con el control ejercido en el pasado por las estructuras desmovilizadas.

Para el mes de septiembre de 2012, se dio un masivo desplazamiento de los habitantes de Luis Cano debido a los enfrentamientos entre Los Urabeños y la Fuerza Pública. Así, con lo que tenían puesto y dejando atrás cultivos y animales, muchos campesinos se fueron para el casco urbano de El Bagre con la intención de hacerle el quite a las balas y al miedo.

Todo esto sin contar algunas muertes selectivas que se dieron en el territorio y los mensajes intimidatorios pintados en las paredes de la escuela y la casa del presidente de la junta de acción comunal.

La sazón de Lorenza y  los chistes de Tarcisio

Doña Lorenza* es una exquisita cocinera. Parece una varita de bambú, delgada y aparentemente frágil, pero al verla trotar en chanclas, como la maratonista a la que le faltan 200 metros para llegar a la meta, sus 77 años parecen un chiste.

Ella es hija de uno de los fundadores de la vereda y hace parte de los 65 solicitantes que han hecho los trámites ante la Unidad de Restitución de Tierras (URT) para que se les devuelvan los predios que alguna vez perdieron como consecuencia del conflicto armado que históricamente ha golpeado la zona del Bajo Cauca antioqueño. Estas solicitudes beneficiarán un total de 42 familias cuando los jueces de restitución emitan sus sentencias.

“Acá vivimos en comunidad porque lo que le pasa a uno lo siente el otro”, relata doña Lorenza sobre la manera en que los lizcaneros comparten todo, a la manera de las antiguas comunidades cristianas. Por eso las reuniones de la junta de acción comunal son alegres, sale una que otra zafra al ruedo (cantos campesinos para sobrellevar las faenas de la tierra) o Tarcisio* cuenta chistes, uno tras otro, que hacen dar carcajadas a sus vecinos. Según él, desde las épocas en que vivía en la zona de La Mojana: “no ha habido un gallo que le gane contando chistes”.

Luis Cano y la zona de reserva forestal

Uno de los principales logros de la Unidad de Restitución de Tierras en Luis Cano es la sustracción de la totalidad de la vereda, cerca de 970 hectáreas, de la zona de reserva del río Magdalena. Este trámite fue realizado ante el Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible y permitirá que se puedan formalizar, tras las sentencias de los jueces, los predios de estos campesinos que no lo habían podido lograr precisamente por esta misma condición.

Por lo pronto y mientras los jueces profieren sus fallos,  doña Lorenza continuará encontrando la felicidad sembrando matas de berenjena, ají y habichuela. Seguirá alimentando a sus pollos y continuará cocinando su delicioso pato guisado en su fogón de leña, mientras Tarcisio continuará ostentando el título de mejor cuenta chistes de la zona porque seguramente “no habrá otro gallo que le gane en esas faenas”.

*Los nombres fueron cambiados.

Fecha: miércoles 9 de diciembre 2015

Fuente: Unidad Administrativa Especial de Gestión de Restitución de Tierras Despojadas

 

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