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null “Resiliencia y esperanza”: así fueron los 30 años de lucha de la familia Amaya Vega en El Carmen de Chucurí, Santander

Jorge Amaya Chacón y su esposa, Carmen Vega, beneficiarios de la URT, relataron la historia de desplazamiento que vivieron por el conflicto y expresaron su agradecimiento a la entidad por ayudarles a recuperar su predio.

Jorge Amaya Chacón y su esposa, Carmen Vega, beneficiarios de la URT, relataron la historia de desplazamiento que vivieron por el conflicto y expresaron su agradecimiento a la entidad por ayudarles a recuperar su predio.

 

Bucaramanga, 1 de abril de 2024 (@URestitución). Jorge Amaya Chacón, un campesino oriundo del municipio de El Carmen de Chucurí, recordó algunos momentos que tuvo que vivir junto con su esposa y seis hijos, en una época en que la violencia se ensañaba con el país.

"Nos tocó salir de la finca, hace treinta años ya. Era 1992: fuimos desplazados por la violencia. Fue muy difícil porque mis hijos estaban pequeños y vivíamos de lo que cultivábamos en la finca", relató Amaya, con la mirada perdida en el recuerdo de aquellos tiempos difíciles. Cabe anotar que tenía a su cargo seis hijos, y la responsabilidad de proteger su hogar se volvió su mayor prioridad.

Sin embargo, 10 años después de tener que abandonar su predio, otra noticia afectaría una vez más a la familia Amaya Vega. En el 2002, le avisaron a Jorge y a Carmen, su esposa, que su hija y su yerno fueron asesinados en otra zona del país -donde vivían- a causa de la violencia que continuaba en Colombia.

A pesar de los años transcurridos, Jorge sigue esperando justicia y compensación por la pérdida de su hija. "Hasta el presente no sabemos nada, quiénes fueron y por qué lo hicieron", expresó con un poco de tristeza y resignación.

La restitución se convirtió en su fortaleza

Carmen Vega, una mujer vigorosa y bien santandereana, contó cómo fue el proceso al acercarse a la Unidad de Restitución de Tierras (URT) en busca de ayuda y justicia.

Esta mujer trabajadora y dedicada a su gran tesoro, que es su familia, mencionó que el proceso de solicitud en la URT “fue un poco largo, pero teníamos la certeza que pronto íbamos a tener nuestra finquita. Pasamos momentos muy engorrosos por la falta de recursos económicos, debíamos pagar arriendo, comprar la alimentación, medicamentos y teníamos nuestros gastos. Eran días muy complicados. Yo a veces llamaba a la abogada de la Unidad para comentarle mi situación y ella siempre me expresaba que tuviera fe, que pronto volvería al predio. Debo aceptar que la espera se hizo cada vez más difícil”.

Pero esos días de incertidumbre finalizaron para la familia en 2021, cuando Vega recibió la notificación que su predio sería restituido. Dos años después, en 2023, volverían a la finca llamada Cañaverales, ubicada en el municipio de El Carmen de Chucurí y que hoy es su lugar seguro. “Ese día fui muy feliz. Dios escuchó todas mis oraciones. Se hizo justicia porque regresamos a nuestra casita 30 años después. Gracias a la resiliencia y a la esperanza que había en nuestros corazones, esto se convirtió en una realidad”, afirmó con la voz entrecortada.

La historia de Carmen Vega y Jorge Amaya es un testimonio de perseverancia y determinación en medio de circunstancias difíciles. El mensaje que Carmen Vega quiere enviar a todas las familias y personas que aún no han realizado el trámite de restitución de tierras es uno de aliento y motivación. Ella destaca la importancia y los beneficios que han experimentado gracias a este proceso, y anima a otros a seguir este camino.

"Vayan todos a hacer ese trámite de restitución de tierras que es muy bonito, es una oportunidad para regresar al predio que durante muchos años trabajamos, donde crecimos muchas veces con nuestros padres y hermanos, ese lugar donde también criamos a nuestros hijos. Gracias a Dios, a nosotros nos ha ido muy bien con la restitución", afirmó Vega de manera emotiva.

Además, ella agradece profundamente a quienes les han brindado apoyo. Tal como su esposo, quien destacó la amabilidad y el buen trato recibido por los profesionales de la URT. Su experiencia positiva es un testimonio alentador para otras familias y personas que todavía no conocen la ruta de la restitución de tierras. “Es una oportunidad para reconstruir nuestras vidas y garantizar un futuro más seguro y próspero”, concluyó Jorge Amaya.

Es de resaltar que este campesino es muy sonriente y, con esa tranquilidad, ha logrado el impulso para continuar cosechando esperanza y trabajo en equipo al lado de su esposa. Actualmente, sus hijos ya tienen su respectivo hogar, y esta pareja de adultos mayores seguirán enfrentando cada circunstancia, con recordar que ni la violencia en el territorio, ni la desesperanza acabó con su sueño de estar juntos. Hoy se suman a los beneficiarios de la URT que han luchado para contar sus historias de vida, porque creen en el cambio y en la igualdad de derechos para todas las comunidades.