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null Desplazados de Mutatá recuperan más de 68 hectáreas

El Juzgado Primero Civil del Circuito Especializado en Restitución de Tierras de Apartadó entregó cinco predios en beneficio de familias desplazadas por la violencia generada por grupos armados ilegales.

El Juzgado Primero Civil del Circuito Especializado en Restitución de Tierras de Apartadó entregó cinco predios en beneficio de familias desplazadas por la violencia generada por grupos armados ilegales.

 

Apartadó, 26 de abril de 2023 (@URestitucion). Familias desplazadas de zona rural de Mutatá recuperaron cinco predios tras la gestión que lideró la Unidad de Restitución de Tierras ante la justicia. Son 68 hectáreas las que suman las propiedades que tras el fallo regresan a manos de sus legítimos dueños.

Una de las beneficiarias con la decisión de la justicia es Josefa Restrepo, quien a través de dos sentencias logró recuperar los predios denominados: Los Monos, Cativos y Parcela 6 La Selva, que suman 23 hectáreas. Esta mujer, quien estuvo acompaña por su hija, asegura que vivirá en estas tierras porque, “aunque el tiempo no se recupera”, quiere aprovechar el que le queda.

Otro de los predios restituidos fue la Parcela 25, que comprende más de 28 hectáreas. La propiedad fue entregada a José Vicente Rodríguez y María Orlindan, también desplazados por la violencia generalizada que se presentó en la subregión del Urabá, antioqueño.

Entre los pronunciamientos también se encuentra la orden de restitución de la Parcela 1 de más de 15 hectáreas, a Rocío Londoño y Gildardo Holguín. La propiedad está ubicada en el sector conocido como Rancho Alegre, zona rural de Mutatá.

A la familia de Rocío, el extinto Incora le había adjudicado la Parcela 25.  Allí, sus integrantes tenían cultivos de yuca, maíz, plátano y criaban ganado. Ellos vivieron tranquilos hasta 1997, cuando hicieron presencia en la zona grupos armados, quienes asesinaron a un vecino y a un familiar de Rocío. Esta situación de violencia generó el abandono forzado y posterior despojo. Ellos vendieron los animales que tenían para poder pagar los pasajes e irse a Medellín, dejaron la casa y sus cultivos.

En la capital antioqueña vivieron ocho años. Rocío trabajó como empleada doméstica interna y dejaba a su hijo en una habitación. Gildardo se dedicó a la construcción. En 2005 regresaron al pueblo, pues no era posible vivir dignamente en aquella ciudad.  En Mutatá pagaron arriendo con lo que recibían por trabajar como jornaleros en el campo. 

“Uno no tenía en el pueblo la forma de subsistir. En el campo ya uno siembra comida, plátano, yuca, arroz, lo que uno quiera”, puntualizó Hermides, hijo de Rocío y beneficiario de la sentencia de restitución que le devolvió la tierra a su mamá.