Noticias Septiembre 2016

null El desminado humanitario lleva vientos de paz a las tierras restituidas en los Montes de María

En medio del camino agreste por la lluvia torrencial que había invadido los cielos de El Carmen de Bolívar, apareció Jacob, un hombre de estatura media, tez morena y voz fuerte y segura, con el talante propio del campesino que vivió la guerra y que hoy respira los vientos de paz. Él, al igual que centenares de familias restituidas en los Montes de María, ven y cuentan, como conel respaldo de la Fuerza Pública y el Estado se está transformando una de las regiones más afectadas por la violencia.

 

Bolívar, 11 de septiembre de 2016 (@URestitucion). Eran las 8 de la mañana cuando emprendimos la marcha hacia la vereda El Bálsamo, ubicada a 50 min del casco urbano del municipio de El Carmen de Bolívar. El paisaje estaba despejado, había llovido toda la noche y se respiraba un aire fresco: aire puro de los Montes de María. La carretera asfaltada, después de 14 años, permite disfrutar mejor el paisaje. En buena hora la vía de acceso fue mejorada.

Íbamos hacia la población donde la Fuerzas Militares adelantan trabajos de desminado humanitario. Nos acompañaba una pareja de beneficiarios de restitución de tierras. Ellos hoy disfrutan de las medidas de atención y adelantan proyectos productivos en su finca.

Fueron muchos años de dolor y sufrimiento que vivieron los campesinos de ésta zona. Lucharon contra cada una de las injusticias que emprendieron contra la población civil las Farc-EP y de las Autodefensas para apoderarse del territorio. Eran acusados constantemente, atosigados, se encontraban atrapados en sus propias tierras porque no sabían qué hacer para poder resguardar sus vidas y las de sus hijos.

“Momentos duros”, decía don Eladio, “cuando entrabamos por esta carretera era en lomo de mula o en los jeep. Aquí se quedaron varios atascados cuando llovía por esta zona. Y en época de verano teníamos que chuparnos el polvorín. Ya se puede venir rapidito, gracias a Dios. Esto ha cambiado mucho. Aquí vimos a muchos amigos y vecinos morir. La gente habla de la masacre de El Salado, pero aquí sucedieron más cosas. Ya esto ha cambiado”.

Llegamos a la entrada de la vereda El Bálsamo. Un campesino con voz fuerte pero con un aire de jocosidad se acerca, saluda y nos informa que la carretera no está apta para entrar en carro. Era Jacob Alfonso Arias Barrios, vestía camisa blanca y pantalones negros remangados a mitad de pierna. Estaba descalzo y con los pies llenos de barro.

Decidimos bajarnos para ver cómo estaba la carretera. Nos esperaba el teniente coronel Carlos Andrés Téllez Carantón, oficial de operaciones de la Primera Brigada de Infantería de Marina de la Armada Nacional, y el teniente coronel Jorge Ernesto Mejía Giraldo, comandante de la Agrupación de Explosivos y Desminado de Infantería de Marina (Adeim).

La entrada a las veredas de El Bálsamo y Bonito la hacemos en los denominados ATV, unos carros aptos para el terreno fangoso. Antes de ir a la zona de desminado, decidimos platicar con los militares y los campesinos en un quiosco cercano. La conversación con el personal es interrumpida por Jacob. Interesante este señor, un hombre que tiene la mente y los recuerdos claros y sabe para qué sirve el cambio de la guerra a la paz en esta zona.

De manera clara y sin temor nos habla de lo bueno y lo malo. Del antes y el ahora, del miedo y la esperanza. “No es posible que un campesino no pueda vivir en paz, porque el único pecado que comete y hace, es sembrar la tierra para que los demás se alimenten. A nosotros nos miraban como guerrilleros y lo único que hacíamos era poblar la tierra. Ahora todos somos más humanos, más civilizados. Las personas que vienen aquí son más conscientes de la guerra. Ya sabemos quiénes son los dueños de lo bueno y de lo malo”.

Su historia se contrasta con los miles de soldados que perdieron la vida en medio del conflicto. “Hace 14 años estuve aquí en los Montes de María y perdí hombres. Fueron noches de trabajo, vi el dolor de la gente. Hoy estoy entrando a tierras y regiones donde antes no se podía entrar”, aseguró el teniente coronel de Infantería de Marina Carlos Andrés Téllez Carantón, oficial de operaciones de la Primera Brigada de Infantería de Marina de la Armada Nacional.

Ya son otras las caras, las órdenes, las acciones, los objetivos. Ahora las Fuerzas Militares se enfocan en mantener seguro el territorio, construyen hermandad y confianza con los campesinos. Son los soldados de la paz, un sueño que cumplen día a día trabajando por la patria.

El desminado humanitario hace parte de esas acciones. La desactivación de artefactos y las actividades de prevención impartidas por este grupo de hombres, permite que los campesinos de la zona puedan entran con confianza a sus parcelas, sin verse en la necesidad de sacrificar a sus animales, como lo explica el teniente coronel Jorge Ernesto Mejía Giraldo, comandante de la Agrupación de Explosivos y Desminado de Infantería de Marina (Aedim). “En esta región se logró reducir y neutralizar a todos los grupos que delinquían en la zona. Estamos eliminando otra amenaza que son las minas antipersona y los artefactos explosivos. Hemos escuchado testimonios de gente que envía a los animales primero para que estén 15 o 20 días en el terreno que van a trabajar y así evitar que no sean los humanos los afectados por las minas. Con el desminado humanitario queremos darle la tranquilidad a la gente para que regresen a sus tierras y las vuelvan productivas”.

Estos hombres de hierro tienen bajo su responsabilidad la detección y desactivación de minas antipersona, artefactos explosivos improvisados y municiones usadas sin explotar, un trabajo realizado bajo estrictos estándares internacionales que permiten obtener la certificación y declarar el área libre de minas.

En los procesos de restitución de tierras dados en la zona, esta acción permite avanzar en la implementación del mismo y garantizar el retorno seguro de los campesinos a su tierra. “Es gratificante ver cómo se ha reactivado la economía. En otros tiempos escoltábamos los camiones para que los campesinos sacaran sus productos. Les estamos brindando tranquilidad a esas personas que quieren regresar a sus tierras a través del proceso de restitución”.

La Aedim cuenta con 5 pelotones conformados por 15 unidades de 10 hombres cada una. Su centro de operaciones se compone por 11 municipios (Corozal, Coloso, Morroa y Chalan en Sucre y Córdoba; Zambrano, San Jacinto, El Carmen de Bolívar, San Juan Nepomuceno, Villanueva y Santa Rosa en Bolívar). Las tres tareas principales de esta agrupación se centran en: el estudio no técnico, que es volver a verificar todos los eventos que ocurrieron desde 1990 a la fecha; entrar con las unidades si hay peligro en la zona y, centímetro a centímetro, limpiar el terreno para que sea seguro para la población civil.

En la visita fuimos testigos de la meticulosidad del proceso. Nos dirigimos a una zona con sospecha de minas. Nos acompañaban, desde una distancia segura, los campesinos de las veredas El Bálsamo y Bonito. Muchos no conocen los riesgos a los que están expuestos estos soldados a la hora de detectar y desactivar estos artefactos.

Uno de los soldados inicia la demostración. Ubica la zona y con una vara detecta si hay cables. La mueve de arriba hacia abajo y en medio del enramado, después de la verificación, se dispone a podar las ramas que se encuentran alrededor para despejar la zona. En estos instantes, la caída al suelo de un pequeño objeto puede ser el camino a la muerte. Despejada la zona, utiliza un detector de metales, el cual indica si existe algún artefacto. El aparato se acciona y detecta el objeto. El soldado procede a encerrar con un spray de tinta roja el lugar para después escavar hasta encontrar la mina o, en algunos casos, cualquier metal enterrado en la zona de peligro. Si encuentran una mina, proceden a destruirla siguiendo los protocolos internacionales.

Para un líder de la región, es una bendición la presencia de la Infantería de Marina en la zona. “Esto nos ha generado confianza. Teníamos preocupación porque en ese sector siempre van los niños y personas que vienen de afuera a ver el paisaje y eso siempre nos generaba desconfianza. Ahora quedamos tranquilos, nos da confianza el desminado”.

Además del desminado humanitario, la Armada Nacional realiza acciones que mejoran la calidad de vida de la población. “Tenemos 4 batallones que están trabajando en este sector. Realizamos jornadas de acción para el desarrollo que busca integrar todas las capacidades del Estado para brindarle una mano a estas personas que tanto la necesitan”, teniente coronel Téllez Carantón.

Ya son otros tiempos en este rincón del país. Una zona de consolidación que se encuentra en la mira de todos los estamentos nacionales e internacionales. Los habitantes de la zona agradecen profundamente la presencia del Estado y de las Fuerzas Militares. Ya son otros tiempos donde todos juntos jalonan hacia un mismo lado y con un solo objetivo: brindar a las nuevas generaciones una Colombia próspera y en paz.

Fecha: domingo 11 de septiembre 2016

Fuente: Unidad Administrativa Especial de Gestión de Restitución de Tierras Despojadas

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