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null “Nuestra tierra es sanadora de todo dolor y tristeza en el alma y en el corazón”

Así lo afirma Martha Ballesteros, una mujer mayor, que, con su mirada tranquila, hablar pausado y tierna sonrisa, transmite sabiduría y paz cada vez que se hace sentir con sus palabras.

Melisa Figueroa / D.T. Córdoba

Así lo afirma Martha Ballesteros, una mujer mayor, que, con su mirada tranquila, hablar pausado y tierna sonrisa, transmite sabiduría y paz cada vez que se hace sentir con sus palabras.

“Hace 62 años nací en Valencia, Córdoba, allá me casé y tuve mis cinco hijos. Aunque crecí en el casco urbano de este hermoso municipio, siempre me ha gustado el campo, por eso no dudé en acompañar a mi esposo cuando empezó a trabajar en fincas de la región”, contó con nostalgia doña Martha.

Con la maleta cargada de sueños, Martha y su esposo decidieron irse a vivir a Villanueva, corregimiento de Valencia. En este lugar, en 1991, la fundación para la Paz de Córdoba, Funpazcor, les donó la parcela 119, ubicada en la antigua hacienda Las Tangas, conocida por ser uno de los principales centros de operaciones de los paramilitares comandados por el Clan Castaño.

Pero a Martha y a su familia la felicidad de disfrutar su propia tierra les duró poco, a pesar de estar ilusionados por la donación recibida, a finales de los 90, se vieron obligados a abandonar su terreno pues los mismos que se la entregaron, le “pidieron” a su esposo que se las vendiera con la amenazante sentencia: “vende usted o vende la viuda”.

“Fue una época muy dura, porque nos tocó dejar la tierrita y empezar una nueva vida; inicialmente en Ayapel y luego en Cereté (Córdoba). En 1998 los paramilitares asesinan en Valencia a uno de mis hijos, en 2001 matan a un hermano y al poco tiempo muere mi padre de muerte natural”.

Con el corazón roto por el dolor, la familia Ballesteros trató de continuar su vida y en ocasiones se atrevían a ir a la parcela abandonada en Valencia para ver cómo estaba. Fue entonces que escucharon sobre restitución de tierras, algunos amigos parceleros les habían comentado y así, con mucho temor, pero con la fe de que podían recuperar lo perdido, iniciaron el proceso.

Pero la vida le tenía a doña Martha otra dura prueba pues su esposo fue asesinado en una finca en Cereté en 2017.

 “Eso me derrumbó, no sabía qué hacer, era como si me terminaran de destrozar, pero al mismo tiempo no quería cargar más luto, sentía que ya era suficiente. Fue entonces cuando decidí secar mis lágrimas y con más ganas seguí con lo de restitución de tierras, hasta que el 24 de octubre de ese mismo año salió la sentencia”.

La Libertad

Y como si la vida le premiara por su dolor, largos años de sufrimiento y tristeza, llegó “la Libertad”, la parcela de ocho hectáreas que recuperó doña Martha gracias al proceso de restitución de tierras. En este predio se levanta cada día a las cuatro de la mañana a regar las plantas, los cultivos, ordeñar y marcar ganado y se siente feliz y reconciliada con la vida.

 “Vivo sola en esta parcela. Aunque mis hijos no querían yo les dije que no iba a estar encerrada en cuatro paredes, porque así no iba a durar. No fue fácil, porque la parcela estaba enmontada y me tocó matar como 48 culebras, pero ya tengo organizado todo, además de la tierra, la Unidad de Restitución me dio ganado, el cercamiento de la parcela, insumos y herramientas y así vivo feliz, acompañada de un gato, dos perros, cinco vacas, las gallinas, mis cultivos de papaya, yuca, coco, plátano, mango y el proyecto de abono orgánico con lombrices californianas”.

Para doña Martha, con el proceso de restitución de tierras llegaron más ayudas para fortalecer su proyecto productivo ganadero, pero sobre todo para la reconstrucción del tejido social, hacer a las mujeres más fuertes, empoderadas, resilientes y sobre todo para que trabajen unidas como campesinas emprendedoras.

El proyecto al que se refiere es el de Mujeres, jóvenes y personas mayores, promotoras de la sostenibilidad de los Frutos de la Restitución”, una iniciativa nacida en el 2021 gracias a la articulación  entre la Unidad de Restitución de Tierras, el Programa Mundial de Alimentos – WFP, el Fondo de Población de las Naciones Unidas – UNFPA y el Fondo Multidonante para el Sostenimiento de la Paz – MTPF, el cual ha contribuido a la sostenibilidad del proceso de restitución de tierras favoreciendo el retorno y permanencia de los beneficiarios de Córdoba, Bolívar, Cauca y Nariño, mediante la mejora de medios de vida y reconstrucción del tejido social.

La Nueva Esperanza

Doña Martha hace parte de las 23 mujeres que fueron favorecidas por esta iniciativa de cooperación internacional en la vereda Nueva Esperanza (antigua finca Las Tangas), corregimiento de Villanueva, en Valencia, Córdoba, quienes además de estar asociadas, han participado en actividades como la creación de escuela de fútbol con reglamento, dotación y equipo líder, espacios de réplica, creación de la estrategia comunitaria para incentivar la lectura y la integración para la paz, formación en comunicación no violenta y asertiva, desarrollo de espacios para el autocuidado, la convivencia y la prevención de violencias basadas en género, entre otras actividades.

“Cada vez que salgo a capacitarme es como un gran gozo y felicidad, porque me veo con otras mujeres campesinas restituidas con las que he aprendido y compartido conocimiento. Sentimos que juntas podemos lograr grandes cosas y he descubierto que soy buena enseñando, que empoderarnos nos hace invencibles y que sobre todo nuestra tierra es sanadora de todo dolor y tristeza en el alma y en el corazón”, enfatizó doña Martha.