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null 30 años después de perder sus tierras por presión de paramilitares, campesina de Boyacá recupera su propiedad

La decisión judicial promovida por la URT, pone fin a una sucesión de violaciones a los derechos de una familia víctima de parientes aliados con paramilitares que operaban en la provincia de Lengupá, Boyacá.

La decisión judicial promovida por la URT, pone fin a una sucesión de violaciones a los derechos de una familia víctima de parientes aliados con paramilitares que operaban en la provincia de Lengupá, Boyacá.

 

Bogotá, 06 de marzo de 2023 (@URestitucion). Las Delicias, La Granada y el Páramo, son nombres que le generan a María Florinda Vacca nostalgia y al mismo tiempo felicidad. Ella, una campesina de Miraflores, Boyacá, de mirada triste y hablar pausado y corto, recuerda que esos son los predios que junto a su esposo Misael (fallecido hace más de 20 años), fueron comprados a una tía de él en la década de los 90. Allí, en un poco más de 20 hectáreas, se estableció toda la familia para criar ganado y producir leche.

La compra de los predios generó una disputa familiar con las primas de su esposo Misael, quienes acudieron a los paramilitares que operaban en la zona, para obligarlo a vender sus terrenos, hecho que sucedió en 1993, luego de mantenerlo secuestrado junto a su esposa y sus cinco hijos durante cuatro días.

“A mi esposo amenazaron con matarlo si no devolvía los predios. Los paramilitares se quedaron cuatros días con sus noches en nuestra finca y por eso él debió entregar las tierras. Esa gente era muy atrevida. Nos tocó irnos para Bogotá a la casa de un hermano. Compramos un lotecito y fuimos haciendo la casita poco a poco”, recuerda María Florinda, quien también tuvo que trabajar en casas de familia para ayudar al sustento de su hogar, trabajo que dice, es muy duro.

Fue su esposo Misael quien inició la dura y larga batalla legal para recuperar sus predios. Primero la justicia ordinaria falló a su favor declarando inicialmente nula la reventa de los predios a una de sus primas, luego de comprobar que fue víctima de despojo jurídico por parte de los paramilitares.  La mujer al tener la propiedad, vendió a otras personas, y éstas a su vez realizaron tres ventas sucesivas; negocios que la justicia, a la que acudió Misael, ya no pudo deshacer.

“Luego pusimos un abogado para reclamar, al que le pagamos un poco de plata y que no salió con nada. Después mi esposo conoció la ley de Restitución y  por ahí nos fuimos”, recuerda María Florinda.

Ya en la capital de la República, Misael se dedicó a actividades de construcción, enfermó y falleció en 2003. María Florinda y su hijo menor regresaron a Miraflores hace un poco más de 7 años y se establecieron en la vereda Buenos Aires en una finca pequeña, enclavada en la Montaña, a donde se llega desde Miraflores, después de 40 minutos en carro, para luego tomar un tortuoso camino durante otros 40 minutos. María Florinda a sus 66 años, hace esta travesía regularmente sin mayor problema. Allí, en medio de un bosque majestuoso y agua pura que baja de la montaña, María Florinda cría tres vacas, dos terneros y doce gallinas. Con la leche fabrica cuajada que vende a una vecina para hacer las arepas típicas de Miraflores. De eso viven ella y su hijo menor, Rodrigo, quien se encarga de las labores de ordeño.

Con la intervención de la URT, la  justicia a través del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, en la Sala Civil de Decisión Especializada en Restitución de Tierras, determinó que María Florinda y su familia fueron víctimas de despojo jurídico, abandono y desplazamiento forzado, además de retención ilegal y amenazas por parte de alias “a.Dumar”, comandante de los Masetos, grupo paramilitar que operaba en la zona, promovido por el esmeraldero Víctor Carranza.

Los predios quedaron finalmente en manos de un tercero, que no logró demostrar la buena fe en el negocio al que accedió engañado por un tío, quien se lo vendió hace más de 10 años. Por ello el fallo judicial no le reconoció beneficio alguno.

La justicia reconoció a María Florinda como la titular del derecho de restitución jurídica y material de los inmuebles y determinó que ella y su grupo familiar tienen derecho a medidas de estabilización transformadoras y con enfoque diferencial y de género, por parte de varias instituciones del Estado.

“Me siento con alegría en mi corazón, con más firmeza. Ya anda uno feliz, así bonito. Yo nunca pensé que podíamos recuperar eso después de tanto sufrimiento y saber que uno ahora es el ganador”, dice María Florinda quien afirma que le cuesta mucho sonreír, “y no es porque yo sea seria o delicada, sino porque no puedo”, dice esta campesina laboriosa quien recuperó,  no sólo los bienes materiales luchados por su esposo, sino la confianza en las instituciones y como ella dice, “la firmeza” para seguir adelante y rendir  homenaje a su marido. 

En Boyacá,  la Unidad  de Restitución de Tierras ha recibido 800 solicitudes de restitución, de las cuales 102 están en etapa administrativa, 70 en etapa judicial y 6 sentencias proferidas por la justicia.