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null Cuatro mujeres beneficiarias de restitución de tierras cultivan un exitoso proyecto productivo en El Paraíso

Con la entrega material del predio el 19 de marzo de 2019 en jurisdicción de Mutatá, Ramona y sus cuatro hijas se aventuraron al cultivo de yuca, que les ha salido rentable gracias a la determinación con que estas cuatro mujeres se han dedicado a la tierra.

Con la entrega material del predio el 19 de marzo de 2019 en jurisdicción de Mutatá, Ramona y sus cuatro hijas se aventuraron al cultivo de yuca, que les ha salido rentable gracias a la determinación con que estas cuatro mujeres se han dedicado a la tierra.

 

Apartadó, 20 de septiembre de 2022 (@URestitución). La familia de Ramona Mejía, de 74 años, es una de las primeras que llegó a Caucheras en 1955, cuando aún era vereda y era conocida por una gran extensión de cultivo de caucho, el mismo al que debe su nombre el actual corregimiento, perteneciente a Mutatá, Antioquia.

Ramona tenía 7 años cuando llegó a esas tierras con su papá en 1955. Vio el caucho desde pequeño y conoció todo el proceso. Ahí creció, hizo vida en pareja y tuvo cinco hijos. Eran un hogar que no tenía dinero, pero nunca faltaba la comida en la mesa, ni el vestido. Sin embargo, con la presencia de las AUC, se oscureció esa historia familiar y tuvieron que abandonar su finca El Paraíso en 1997 para salvaguarda la vida y seguir adelante en familia.

Se fueron a Santa Fe de Antioquia unos meses y después a la ciudad de Cúcuta, donde el hombre de la casa, que nunca había trabajado en construcción, lo tuvo que hacer. También salía a vender verduras en la calle, siendo perseguido en varias ocasiones por las autoridades.

Uno estar en esos momentos, se acuerda de su vida anterior y uno dice: por Dios porqué nos tocó esa vida que nadie se la esperaba, uno que tenía una vida muy bonita” recuerda con nostalgia Sorany Valencia, una de las hijas de Ramona, que salió del campo cuando tenía 7 años.

Pero el dolor no paró ahí. En 2002 hombres de grupos armados en presencia de la familia, sacaron de la casa al esposo de Ramona y a su hijo, se los llevaron y les quitaron la vida. Otra huella más en la memoria de esta familia, víctima de la violencia y el abandono forzado.

Tres años después, en 2005, se atrevieron a regresar a Caucheras, pero llegaron a vivir en casa de unos conocidos, pues daban por perdido su predio El Paraíso.

Luego de presentar la solicitud ante la Dirección Territorial Apartadó, una sentencia del 8 de octubre de 2018 de la política pública de restitución de tierras, le devolvió los derechos sobre 3.9 hectáreas a la familia, en una entrega material el 19 de marzo de 2019. Sorany, quien se fue de siete años y tiene en la actualidad 32, se puso a la cabeza de un proyecto productivo que cultiva con sus tres hermanas.

Para desarrollarlo, recibieron 31 millones de pesos que destinaron a la siembra de dos hectáreas de yuca, materiales para el trabajo del campo, insumos agrícolas y dos vacas con cría para apoyar la seguridad alimentaria de la familia. Además, recibieron la asesoría y acompañamiento de la Dirección Territorial Apartadó durante 24 meses, a través de un profesional de proyectos productivos. Se trata de un recurso que han sabido aprovechar. Ahora se encuentran en la tercera siembra, tienen dos vacas, dos novillas y tres terneros.

Sorany resalta que le gusta trabajar y que le cogió amor al cultivo de yuca, así como a la cría de ganado. “Yo cultivo, si me toca echarme una bomba al hombro lo hago, también abono, a los 7 meses y medio busco quien me la compre y ellos mismos se encargan de llevar sus trabajadores, y vuelvo a limpiar para volver a sembrar”.

Además, “lo importante es no dejar caer el proyecto, la idea es, si la Unidad, le dio a uno ese apoyo, vamos a malgastarlo, no, y a pesar de que no sabíamos del tema, nosotras no lo dejamos caer”, agregó.

Actualmente, Ramona vive con un nieto, en una vivienda que le construyó el gobierno, gracias a una orden de la sentencia de restitución de tierras y cada una de las hijas trabaja en el cultivo de yuca, son ellas quienes trabajan la tierra. Se trata de unas mujeres pujantes que ya suman la tercera cosecha y han aumentado el número de cabezas de ganado.

Con este proyecto, Sorany logró ahorrar para la cuota inicial de una casa e hizo un préstamo para una vivienda prefabricada, al tiempo que consiguió una moto de segunda mano, con la que se transporta al predio.

Para Ramona lo valioso de ser restituida, es que recuperó algo que su padre había trabajado por años. “Eso me quedó como recuerdo de lo que papá trabajó y fue con lo que nos levantó a nosotros. Con la recuperación de la finca y el trabajo hecho, hoy en día tengo algo que darles a mis hijas” puntualizó.

El tiempo ha pasado, el dolor sigue vigente, pero estas mujeres encontraron en la restitución un camino para desarrollar un nuevo plan de vida. Así mismo, enviaron un mensaje a las víctimas que se encuentran a la espera de recibir la tierra, “no se rindan, si de corazón se sienten con derecho a reclamar, por más piedras que se encuentren en el camino, hay que luchar, nadie quería esto y nos tocó vivirlo, no fue un proceso fácil, pero volvimos a El Paraíso”.