NOTICIAS

null De víctimas de despojo a emprendedores avícolas: La historia de Fanny su familia.

El proyecto avícola de Fanny Duarte y su familia fue invitado a la Feria “Emprende Paz” que se llevó a cabo la segunda semana de abril en la Plaza Bolívar de Bogotá, con alrededor de 70 emprendimientos de familias víctimas del conflicto armado en Colombia.

El proyecto avícola de Fanny Duarte y su familia fue invitado a la Feria “Emprende Paz” que se llevó a cabo la segunda semana de abril en la Plaza Bolívar de Bogotá, con alrededor de 70 emprendimientos de familias víctimas del conflicto armado en Colombia.

 

Bogotá D.C., 2 de mayo de 2023 (@URestitucion). Los huevos criollos, 100% orgánicos producidos por Fanny Duarte y su familia, fueron un éxito y se vendieron en su totalidad en la feria “Frutos de la Restitución” que se llevó a cabo en abril en la Plaza Bolívar de Bogotá en el marco de la conmemoración del Día de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto. Fanny se emociona al contar cómo produce sus huevos y cómo, cada vez que le nacen nuevos pollitos, se le devuelve la esperanza en el campo. No está sola, pues su hijo Fabio la acompaña. A pesar de su juventud, él también cree que hay futuro en el campo. Pero no siempre fue así para ellos.

En el 2005, la vida de esta familia cambió drásticamente. Si bien, la situación en la vereda Namay Bajo, en Albán, Cundinamarca, no era fácil, ellos tenían cierta estabilidad. Ya estaban acostumbrados a la presencia de grupos guerrilleros que merodeaban exigiéndoles todo tipo de cosas: “uno tenía que cocinarles, darles de nuestros productos, nosotros teníamos gallinas, teníamos pollos, teníamos cerdos. Ellos llegaban y decían: necesito veinte gallinas, y de una vez lo ponían a uno a cocinar”. Luego llegaron los paramilitares, cometiendo abusos similares, pero se ensañaron especialmente con la familia de Fanny. Un día le advirtieron que tenían que irse y le quemaron la casa de su finca. Ella y dos de sus hijos se vieron forzados a desplazarse a Facatativá, mientras que el resto de la familia se fue huyendo a Bogotá.

En Facatativá, Fanny intentó rehacer su vida y consiguió un trabajo en un invernadero de floricultura. Sin embargo, allí solo duró 20 días, ya que los paramilitares la seguían buscando y, según cuenta, la encontraron y por poco la matan. Fanny logró escapar y huyó con su familia a Soacha, a los Altos de Cazucá, donde alquiló una pequeña habitación. La necesidad la llevó a vender dulces en las calles y los buses, contando su historia, mientras sus hijos la esperaban en los semáforos, en las esquinas, en cualquier lugar. Fue el momento más duro de su vida.

Su suerte cambió, cuando algunos conocidos en Soacha la animaron a tocar puertas en diferentes entidades del Estado para exigir sus derechos. Fue así como dio con la Unidad de Restitución de Tierra y solicitó que le devolvieran sus tierras despojadas como medida de reparación. En el 2010 inició su proceso, y aunque no fue algo inmediato, se armó de paciencia. Hace dos años recibió la noticia de que había salido la sentencia a favor de ella y su familia para restituirles el predio del que un día fueron desplazados y despojados. Fanny cuenta, entre lágrimas, la emoción indescriptible que sintió cuando volvió a las tierras que un día le fueron arrebatadas por el conflicto armado. Finalmente, podía volver a su tierra y empezar un nuevo proyecto de vida.

A partir de ese momento, se abrieron muchas oportunidades para ellos. Fanny y su familia tuvieron la oportunidad de un subsidio de vivienda y fueron asesorados por la Dirección Territorial de Bogotá de la URT para diseñar e implementar un proyecto productivo: “al principio nos ofrecieron abejas, cerdos, vacas, gallinas. Y nos decidimos por gallinas porque siempre he trabajado en esto, uno sabe el manejo de esos animalitos y todo lo que necesitan...” 

Cuando Fanny recibió el primer desembolso para su proyecto productivo avícola, no podía creerlo. Después de tanto tiempo, volvía a su vereda con una nueva oportunidad de vivir del trabajo en el campo, algo que había aprendido desde que era niña. Además, está agradecida con sus hijos, quienes la apoyan y acompañan en este camino. Seguir la tradición campesina no es fácil para jóvenes que han crecido en la ciudad, pero ellos están comprometidos con esta forma de vida y le apuestan al campo. Hoy en día, Fanny vive en su finca "El Regalo" en la vereda Namay Bajo con sus hijos, con sus dos nietas y sus gallinas. Se siente satisfecha por todo lo que ha logrado y está emocionada por lo que el futuro les depara: “Empezamos con 150 gallinas y tenemos ahora 186 gallinas. Más los 20 pollitos que acaban de nacer. Y las gallinas ponen y ponen huevos… El campo, una bendición”.